Infinite

No me he ido: morir de a poco

Fotografía levemente censurada por si tenéis estómago débil
Mirad, hasta he encontrado al motorista. O ciclista.

Estas cosas no me gustan: coger carrerilla de 2 posts (1 oculto) y no llegar a tiempo ni para encender el ordenador.

Irritada, acabé en la librería, ahora o nunca.
Revisar en perspectiva las tapas de los libros, buscando la bien identificable S.

Me di por vencida y tuve que preguntar a Steve Jobs. Sí, de verdad. Ese librero que está por las tardes en una conocida franquicia, es igual que Jobs (en los últimos tiempos). Delgado, con esa barbita, nariz parecida, cara similar y las mismas gafas. Qué miedo. Seguro que es vegetariano e incluso hace Yoga. Algún día se lo preguntaré.

Pero sí que estaba. Dos ejemplares, además, en el único centímetro cuadrado donde NO miré. Se escondía.

He tardado media hora en pasar de la página 35 (donde me quedé en la versión pdf de muestra, o pirateada, ya averigüaré) a la página 40.

Demonios, pero qué asco.
Qué puto ascazo.

Son las 22.22 horas, por fin tomo posesión de mi teclado.

No os confundáis, siempre hay una odisea cada vez que ataco una librería. Pero no es gracioso. Es que no tengo (aún) recursos para reventar un kindle con libros. Dentro de poco.

Los lectores son los muertos locos, Hawkes. Lo sé. Nos hemos escapado.


Vaya fin de semana me espera

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