Infinite

Niveles de escritura


De los cuatro niveles en el proceso de escritura o del camino de lo animal a lo humano o del tránsito de los últimos 23 años y 3 meses. 


· Escritura nivel 1:

un folio en blanco y virgen. Un folio no puede estar en blanco. Se adorna con rayajos espontáneos, no hace falta saber ni lo que pone. Es difícil entenderlo luego, con esa caligrafía horrible, párrafos torcidos porque los ojos ni siquiera miran al papel, miran a la parte trasera de los párpados. Puede que tenga sentido después. Puede que no.



· Escritura nivel 2:

es la misma fuerza ingobernable, pero con sentido. Y con más prisa. Es necesario crear un espacio en blanco nuevo, con el tiempo justo para seleccionar el tipo de letra y los márgenes justificados, antes de que se evapore. Aquí ya no duele sólo una muñeca y cinco dedos, porque el trabajo se reparte entre dos y diez. Endiablada velocidad sobre un teclado, la misma que es necesaria para tocar una canción como The Heart Asks Pleasure First. Adoro esa canción. Adoro al profesor particular que tuvo paciencia para enseñarme todos los acordes y notas. Igual que aprendí a tocarla como es y después intentar comprender cómo se toca, pero leyendo la partitura, así también escribo: primero los párrafos, después buscar el sentido. No deseo una artritis futura en mis dedos, qué sería de mí.

Archivo original del post Et in Arcadia Hölderlin.



· Escritura nivel 3: 

hay otra página en blanco, se llena porque no hay otra cosa mejor que hacer. Sólo por el placer de rellenar. Y cuando estabas en medio de una tontería, aparece algo literario

Original del post Is There Space?




· Escritura nivel corriente, estándar o normalizada: la suma combinatoria de 1 (lo que se entienda) + 2+ 3 = unir, mezclar, retocar, corregir, editar.



Por eso la escritura es un asesino silencioso, un moho que invade todas las paredes. No se trata de devorar libros de otros. He aprendido más de todos los versos sueltos y los trozos de libros que he escrito y de los libros por fin terminados que de los que he leído. No se trata de fijar un horario. Ni de entrenarse con un coaching de moda en creatividad, sino de domesticar una fuerza ingobernable (algo que ningún taller literario, de ningún tipo, imparte entre sus lecciones). 

Por eso duele tanto que hasta el último mono tenga un contrato editorial. No porque ellos sean malos y yo buena, es justo al revés, tampoco es una cuestión de envidia (la envidia española). Es por pura supervivencia a la experiencia de la vida humana. Se supone que una tortura capacidad facilidad así debería utilizarse para algo.

No en vano me salen llagas cuando se habla de generaciones literarias; soy una extraña en vuestra tierra. Vuestro mecanismo estándar no es el mío. Incluso el autor que parece más estresado en el fondo lo está por la fama y el prestigio intelectual, por dejar un nombre. Cuando yo trato, inocente, de borrar el mío, una y otra vez, uso otros porque empiezo a dudar de que yo (nombre civil en DNI) escriba algo. Que lo haya hecho alguna vez.






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