Infinite

Blèmov


Definitivamente, no.
Subrepticiamente.
¿Qué?
¿Qué es subrepticio? 
No sé, pero me llega ahora esa palabra. Suena bien. Como la onomatopeya de un reloj, que sin embargo me avergüenzo de traducir.
Tric, clic, clic, quizás. Encendido y apagado de la pantalla. En el móvil, mira la hora en el móvil. Ya no quedan relojes de arcaico tic tac.
No cambies de tema.
Definitivamente, no, Simón.
Que te gusten las chicas de 15 años siendo un muchacho de 15, es normal.
Que te gusten las chicas de 15, teniendo tú 50, ya no es tan normal.
No, Simón.
Subrepticiamente, a mis 15 años me gustaban los de 15. Y con 50, me siguen gustando.

Mira, Simón. Entra la claridad por la ventana, ese gran ventanuco tras el que tocarse la frente en un gesto como de rascar ideas.
Pero hay un hombre estúpido ocupando mi sitio, MI sitio, el sitio de las ideas.

Tric, clic, clic.
Llegas tarde.

Cuando vuelvas, échalo. No tiene nada que ver con nosotros.


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