|
Por aquí escupo |
Hay una gran diferencia entre la autoconsciencia afilada como un bisturí, capaz de diseccionar el mundo al mismo tiempo que se observa uno dentro, como espectador, y el simple ombliguismo chato del yo; entre sufrir enfermedad delicada o sólo sufrir de consumismo capitalista o los cánceres de los abuelos; entre los estados alterados de conciencia, con un objetivo ulterior de conocimiento, trabajados durante largas horas como entrenamiento espiritual, y el simple desbarre alucinatorio de drogas sintéticas. El ser humano más hueco puede alcanzar el estado de Nirvana con la dosis adecuada de MDMA, según kilogramos de peso.
Intenta hacerlo sobrio, gilipollas, verás que no puedes hacer nada.